Y volvió a repetirse la escena, esperaba en medio del baile, el rededor giraba a sus aires, sus indirectas despertaban las pasiones; y volvió a tomarme de la mano, grácil y perenne, acogió mi resignada cintura, recogió en la coronilla mi duda, su decisión hicieron tambalearme despacio; se acogió al voto de silencio, me miraba con sus ojos agrietados, hacía tiempo que no mirábamos a ambos lados, nos encontramos en el mismo punto de no retorno; no hizo ademán de soltarme, yo ya me había amarrado, izé velas y navegamos despacio. Vigilia se llamaba nuestro barco.