Vilo y velas

Hay susurros que traspasan mi taladrada cabeza,
que arrastran mareas cargadas de mierda
y no me dejan dormir.
Ruidos que necesitan espantar los pájaros de mi cabeza,
dejarlos volar fuera.
Murmuros calan mi espalda, y no de besos;
clavan puñaladas, y no me crean rencor.
Y si embargo, no cobro por todos los secretos de los que no se guardan en ningún cajón,
que no hay llave que los mantenga bajo control, y las bocas bien cerradas;
tampoco suspiros que evaden esas incriminatorias miradas.
Recojo sus esquirlas de cristal y las hago verso:
como los poemas que nadie lee.
Escojo palabras que explotan en mis adentros
como bombas de jabón y espuma rabiosa que tanto y profundo sentiré.
Necesito burbujas, necesito aliento. Déjame crecer.

Siempre he recurrido a los acordes de un acordeón mudo,
por no percibir el silencio
he querido descartar miedos, y me he quedado sin esperanza en el inframundo,
he alejado a un elenco que me desgarraba, he querido quedarme loca.
Y si he de estar sola, que esté conmigo, acompañada.
Pensarás, "otro sin sentido más", ¿y qué más da? No me leas con pena, ya está.
No te preocupes por mí, este delirio no está dedicado a ti.
Este delirio se lo dedico a mi Morfeo
pues es el testigo del mismo crimen repetido,
hipnótico y duradero.
Siempre tan atento, el amante perfecto,
pero la velada pudo acabarse a tiempo
y sin embargo en (el) vi(ni)lo siguió sonando.

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