Sigo aquí.

Ahora que no me oyen. Ahora que están calladas y los micrófonos están cerrados, y las luces apagadas. Ahora, (ahora, ahora) puedo ser normal, creo (creo). No sé. Sí, (sí, sí). Puedo decirle a Clara que me encanta su dibujo, que es un lujo ese don que tiene Ramírez de saber cómo escribir y que Lucas es un crack en baloncesto, sin problemas (más, más). Sin que me interrumpan. Sin tartamudeos.

Ahora que no me oyen, que no me ven, que no quiero que hablen. Ahora, (ahora, ahora) es el momento. Es el momento. Acercarme a Paula que está tranquilamente leyendo un libro que no alcanzo a leer, claro. Soy miope; pero ella tiene una vista de lince porque siempre que me acerco me ve. Pero ahora está muy concentrada en leer. Parece una mosquita muerta, pero es muy perspicaz, altiva, ágil en las palabras. Incluso diría que tiene la lengua viperina. Pero si la pillas de buenas, te trata bien. Acercarme, (acercarme). Debería acercarme, sí (sí, sí.) Pero si no me oye y me presento sin avisar, me odiará por haberla asustado.
Miro a Clara de reojo: sigue dibujando, como si no estuviera. Siempre me ignora, creo (creo.) Ramírez sigue escribiendo y Lucas está con el balón de baloncesto en las manos, calculando la trayectoria hacia la canasta: si tira con más o menos fuerza, si no tira.

No me han visto. Podría ser una sorpresa para todos. ¿Les doy una sorpresa? Sí (sí, sí.) Les podría dar una sorpresa. ¿Se alegrarían? ¿Se acordarían de mí? Hace tiempo que no me ven ni saben nada de mí. Igual les sorprende verme. Igual les sorprende saber que sigo vivo, que no me ha tragado la tierra. Que puedo volver a sonreír (herir, herir.) ¡No! (no, no.) Nunca hacer daño. Los amigos están para quererse y cuidarse, y eso es lo que soy: un amigo que quiere y cuida de y a sus amigos. ¿Y si asusto a Paula yendo con sigilo? Me podría odiar por asustarla y no quiero que me odie. Quiero que me mire como me mira cuando se siente sola y quiere compañía. Siempre estoy a su lado. Aunque no siempre quiera que esté. A veces necesita estar sola.
Pero ahora se encuentra sola. Y parece estar tranquila, leyendo. Igual no le asusto y me recibe bien. Y se alegra de verme. Igual (igual, igual) se alegra mucho de verme porque Lucas está al deporte y a sus balones, Ramírez se pierde en las letras, y Clara sigue dibujando. Y cuando dibuja, se olvida del mundo. Y sin embargo Paula está ahí apartada, leyendo. Tranquilamente pero apartada, en silencio, leyendo. Igual necesita de un amigo... ¡Como yo (yo, yo)! Yo soy su amigo. Yo no la dejaré sola como han hecho Clara, Ramírez y Lucas.
Decido acercarme a Paula. Esta vez sin titubeos.
-Hola Paula.
Ella se sobresalta y me mira. Me mira asustada. Pero no me odia. Sólo se mosquea asustada.
-Me has asustado.
Protesta.
-No quería asustarte, Pau...
-No deberías estar aquí. No vuelvas.
Y los otros alzan la cabeza. Paula se ruboriza y se indigna atacada de nervios.
 -¿VES LO QUE HAS HECHO? Ya te han visto. Ya les has asustado.
Miro a Paula con la sorpresa impresa en mi rostro. No quería (no quería, no quería). Miro a Clara y ésta está atacada de nervios, como ella,  y retrocede hacia atrás con miedo. Si fuera un perro podría oler el miedo de Ramírez a kilómetros. Y Lucas está sacando poco a poco algo del bolsillo. Parece un móvil. ¿Qué hace? (¿qué hace, qué hace?)
-No, Lucas. No llames. Ya se iba. ¿Verdad?
Me sentí mal por haber estropeado algo que no sabía ni que existiera. Paula me miraba resignada. ¿Quería que me fuera? (afuera, afuera) Pero no hice nada. No hice nada. Igual la asusté un poco con mi aparición por sorpresa pero... Miro a Ramírez que palidece tanto como la albura, tiene pinta de que se fuera a petrificar de espanto. Clara sigue retrocediendo y Lucas está con el móvil.
-Lucas, no llames. Ya se iba. (Ya se iba, ya se iba), ¡YA SE IBA, YA SE IBA, SE IBA SE IBA! TE IBAS. TE IBAS Y ME LO PROMETISTE, ME LO PROMETISTE.
Ya no reconozco a Paula. Está fuera de control. ¿Tan mal le ha sentado que le hiciera una visita? Me siento mal por ella. No quería que fuera así nuestro reencuentro. Lucas está hablando con alguien, Clara está chillando y Ramírez está a poco de desmayarse.
-Paula, tranquila. Paula, no, Paula, no. Les estás asustando.
-ME PROMETIERON QUE TE IRÍAS. QUE TE IRÍAS PARA SIEMPRE. ME PROMETISTE QUE TE IRÍAS. NO. LUCAS. DEJA EL TÉLEFONO. ME PROMETISTE QUE TE IRÍAS Y NO VOLVERÍAS. PERO HAS VUELTO Y NO TE QUIERO OÍR NI VER. NO TE QUIERO, ¿ES QUE NO LO ENTIENDES?
Lucas mira despavorido a Paula. Se oye alboroto detrás. No tardan en llegar otra vez aquellos conocidos, y a repetirse la misma escena como la de hace dos años cuando nos conocimos. Y me da mucha pena.


Paula se ha cabreado mucho conmigo. Pero ahora Paula está tranquila. Estoy con ella en aquella misma habitación acolchada donde nos conocimos. Han pasado unas semanas desde que me gritó tanto y asustó a aquellos chicos.
Estamos sentados en la pared contraria, enfrente del espejo. Sabemos que nos observan pero es como si estuviéramos solos.
-¿Sigues aquí?
Por fin me dirige la palabra.
-Sí Paula, sigo aquí. Nunca te abandonaré, Paula, nunca.
Y por un breve instante, Paula me mira, me sonríe tristemente y empieza a llorar, se abraza las rodillas y esconde su cabeza entre ellas. Yo la calmo y le canto una nana. Entonces miro al cristal. Son los padres de Paula llorando también a través del cristal.

-Vuelve a hablar sola.
Dice el médico psiquiatra.



Shiro me retó con...
  • Un relato corto
  • Tema: Lucha contra uno mismo por querer ser normal y no hacer caso a los demonios que acompañan
  • Personaje/s: protagonista principal: adolescente
  • Elemento especial: estigma de las enfermedades mentales

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