Un soneto no es canción
Unas notas de piano,
Tres acordes malditos,
Y un arpegio que se rompe
En las cuerdas de mi guitarra
Cinco líneas,
Los silencios,
Las corcheas y las fusas se golpean.
Y las negras se confunden con las blancas.
Un diapasón desafinado,
Una melodía mal tocada
Y una canción aprendida de oído.
Desde entonces no he vuelto a tocar.
Prometí no volver a cantar;
Mas mi voz se elevó por ti de entre los muertos…
Esther Ochoa