Ir al contenido principal

Arde la Roma que muere dentro

Me he dado cuenta de que no quiero escucharte decirlo,
ya no hay más silencio en mis oídos
ahora oigo el eco de todo lo que no olvido.
Hace tiempo que me di cuenta de que seguirías conmigo
acepté tu compañía, pero no que me acompañaras en el camino,
pero hay pasos que persiguen, y de los que nunca me libro,
 
hay susurros que arañan mis sueños,
hay vigilias que murmuran en el asilo.
Hay recortes de periódicos caídos,
hay un momento de retroceso: hay un acantilado, hay un encuentro.
Hay un "hagamos las paces", hay un "por el momento".

Me he dado cuenta de que cuando no quiero escucharlos, te pienso,
me agobian las luces, comienzan los descensos;
hacía tiempo que no escribía plasmando los sentimientos,
no debería abrir la puerta, si todavía hay candado; me miento...
Tengo ganas de gritar en alto, pero más contra el viento,
tengo ganas de acurrucarme y caigo, que sólo en ovillos me convierto.
 
Es pensarte y tiemblo;
es pensarte y no alcanzo a incorporarme,
este féretro me dejó tieso.
Es sorprenderme y no acordarme
de que yo ya estaba muerto.
 
Necesito volverme de acero.
Protegerme. Reforzarme.
Amarrarme, y que mi corazón pare quieto.

Me he dado cuenta de que no quiero escucharme
y otra vez fantaseo; pienso que todo va bien
y al final veo que todo está ardiendo.

L O+ L E Í D O · A Y E R

Maiduti

Se ve luz al final del túnel, se ve, Se ve a Maiduti aclamada por su envés: no la juzgan por su portada, quiere creer. Un nuevo deber en la agenda apuntada. Avanzan los pasos, los logros quedan cerca. Brindemos por los "ligeramente". No saborearemos el oro, pero en bandeja de plata yo se lo pondré. Se ve luz al final del sueño, se ve, del punto y coma duradero, a los tres. El continuará como dolor de barriga: podré decir que lo intenté.  ANTERIOR ["Inktober de Poemas: 4 de octubre: Maiduti"] SIGUIENTE

Buscando.

Me di cuenta tarde. Estaba efectivamente buscándote entre la gente. Tantos datos que me diste de ti y nadie coincide contigo en la calle. Temo siempre por distraerme y encontrarnos sin saber que lo hemos hecho, por eso miro a todos lados, antes de cruzar. Al frente si el semáforo está en rojo. A la muchedumbre si parece inmensa; busco quien destaque de entre la marea. Pero luego me doy cuenta de lo absurdo que todo parece. ¿Se estará dando cuenta alguien de este ridículo que estoy haciendo? Pero si nadie se percata, yo te seguiré buscando.

Hineni

Esa mirada que se esconde entre el cárdigan de tus palpitaciones y los soplos de a quien lanzas corazones es la que me intriga.   Andas siempre sonriente, con unos luceros como la noche observándome ¿qué es lo que pensaron entonces?, me pregunté ¿cuando aterricé sobre esos lunares buscando placer y encontré a dos estrellas fugaces esperando a otro viandante? No lo sé.   Hay satélites ambulantes que buscan dónde resguardarse de una soledad imparable, y buscan ubicarse, orbitando para fijarse en sólo una presencia inapagable como tú.   Pero dudo que estos hilos nos juntasen así que velo por tus sueños, desde tu olvido, y admiro desde otro sitio que esos ojos bonitos, amen a quien amen, encuentren un destinatario fiable. Esto es sólo un mensaje desde un dudoso remitente allá donde te encuentres, si me necesitas aquí estaré.  [ 29 de octubre con: CÁRDIGAN. Aportación de E udyptes] POEMTOBER SIGUIENTE

Nunca la misma; siempre diferente

Inmarcesible Que no puede marchitarse. Siempre el mismo discurso que no marchita, las mismas palabras cansinas, arrastradas, casi automáticas, sin ser románticas, siempre el mismo augurio, las mismas resignaciones prescritas, los mismos focos sobre la misma mirada de ojos: la nostalgia de poder haber sido otro quien se comiese el marrón. De los tiempos donde una se engañaba a sí misma y el reflejo le decía que no, que no eran buenos tiempos para sentir afecto ni pedir cariño, o la herencia, o la querencia en la que siempre se queda, esa estancia de indiferencia, no hay ventanas, sólo espejos y a caminar a tientas. Siempre es el mismo sermón inmarcesible en sus renglones, jugando en los laterales, recortando los bordes, sin ser extremistas opuestos, siempre conociendo las reglas, los juegos sucios, los trucos, temiendo los ases bajo las mangas, los puñales por la espalda. Siempre es el mismo resultado para quien juega en casa. Sin embargo nunca es la misma persona quien ...