Perderse en la espesura

Esther y su mundo
La brújula no controla mis pulsaciones,
sólo el traqueteo
impaciente sobre el tablero marcaba el tempo;
jugamos a tocar
un punto al azar en el mapa, probé a ocultar
un alma que no aspira a ganar, probé a saltar;
 
ahora jugabas a ahogarme,
pero el tesoro ya estaba hundido;
ahora pruebas a buscarme,
pero prefiero estar entre esta gente
pero destaco, temo que puedas verme
la marea es plomiza, siento ser un candil incandescente
una estrella que incinera sus cenizas tras la cometa,
de ésas que los deseos no cumplen;
 
no soy lo que piensas.
No vengas. Repito, no vengas.

Hace tiempo me preguntaste
qué prefería una vez soplara todos los dientes de león, y acertaste
porque a tu regreso mi brújula no saldría a encontrarte
preferí perderme en esos profundos mares
que sobre las heridas se tejen.

No me busques,
no me encuentres.
 
Estoy en la linde del bosque
esperando a que las ramas me abracen,
a que las hojas sepulten mi vientre
y me arropen las raíces que me hicieron ver quien realmente eres.

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