MADE IN MY MOTHER

Desde que la vida me dio uno de los más fuertes y mejores golpes de realidad, entiendo
que debo, como derecho y deber, enorgullecerme de ser tu hija.
Que debo agradecer que quisiste tenerme dentro,
ser producto y creación de tu mejor genética,
de aquello tan bello que te hace ser lo que yo heredo,
de los gestos, de las sonrisas abiertas, de esa mirada traviesa,
de fraguar en mí tu cultura: la educación que elegiste para formarme,
sin barro ni costillas ajenas,
con alegría y no de pandereta.

Desde que me notaste en la placenta, mamá, y me quisiste como a mi hermano antes, entiendo
que he de aprender a valorarte, mucho más de lo que creía hacer.
Aprender que cuando me preguntas cómo estoy, es porque fui parte de ti antes
y necesito compartir esa parte que me otorgaste para vivir.
Soy la neófita que plantaste, y tú la mentora que me orientaste,
que me descontaminaste cuando los envidiosos echaban pestes sobre mi base,
que me cuidaste, cuando mis hojas se veían podridas por dentro y fuera,
fétidas por las malas lenguas,
soy la que regaste de esperanzas y nuevas oportunidades,
y de la que agarré las pasiones y las hice mías, por seguir al modelo que tanto admiraba,
y admiro.

Sé que desde que nací, ya elegiste mi nombre.
Me pusiste a prueba con el significado de lo que represento, a pesar de que
la vida decidió ponerme retos, supiste
que podría llevar sobre mis hombros, con hache,
la honra; en mi firma, con uve,
el merecido júbilo; y en el alma, con ce,
el cariño con el que me concebiste.
Sé que soy el resultado de la decisión de una Licenciada para Crear, ni divinidad ni diosa,
eres más que todo eso: eres mi madre,
y me concediste el nombre de una Vencedora,
la victoria que siempre se grita con euforia,
a la que todos quieren ver.

Y te lo agradezco tanto y cada día, que no te haces ni idea cuánto...
Eres única, y siempre serás mi única madre, La Elegida,
por eso creo que
como hija, como persona, como tu mejor amiga, creo que,
he de agradecer que te tengo hasta que veas que
puedo sola y me veas marchar en la lejanía,
y puedas estar satisfecha de todo tu trabajo y empeño en tenerme como hija.

Y te lo recuerdo cada día, cuando te envío o te deseo un "Te quiero mucho", porque siempre pienso en agradecer el momento, y disfrutar de que me atiendes como cuando era pequeña,
porque pienso siempre en que esto
lo viviste antes y tienes experiencia en las flechas que se clavan tan hondo en el cuerpo.
Y no lo tengo en cuenta suficiente, que siempre estás con el colchón y las vendas
para las costras que su envidia me zarpea;
y menos cuando me acaricias y mimas mi piel
con el mejor amor de quien me tuvo en sus entrañas, paciente.
No te haces ni idea lo que agradezco cada segundo saber que estás cerca.
Agradecer tu mera presencia...

Desde que decidí que en el día de hoy
te escribiría lo más parecido a una canción,
seguramente me cueste recitártelo, porque justo a mí me tocó ser yo,
y declamártelo, entre sorbos, mocos, ojos llorosos de emoción,
pañuelos e interrupción...
y mirarte a los ojos y que entiendas que te lo digo de corazón,
porque mamá, he nacido romántica, y lo siento tanto que hasta seguro que te pida perdón...
Desde que decidí teclear lo que soñaba con dedicarte,
desde entonces, y mucho antes,
vuelco todo mi ente a acariciar las palabras que a la cara no me salen
pero sí, si me escondo detrás del telón.

Desde que tengo uso de razón, madre,
desde que a mi corta edad aprendo cada día a compartir las mejores partes,
desde que busco en el diccionario para saber cómo denominarte,
desde entonces, y mucho antes, sé que no lo sé todo sobre mi madre,
pero de momento, puedo escribirte esta verdadera revelación.

Fotograma de la película: Todo sobre mi madre, 1999 de Pedro Almodóvar.



A mi madre:
Te mereces lo mejor, lo sabes.
Gracias por tenerme, mamá.

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