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Limítrofe

Esto no es un adiós, es un hasta siempre, me dijo mientras se ponía el antifaz y marchaba entre la tormenta.

Vigilia, otra Odisea...

Me ha visto amanecer la noche, y no sabía qué excusa ponerle. Me he sentido indispuesta y aun así he dado la vida por ella. He colgado las ojeras de mis grises que siempre piensan: ¿qué se duerme cuando ya no quedan Zzzetas ? Y he vuelto a darle cuerda a esta cabeza que a falta de horas con lo onírico, aprovecha a apaciguar lloros que puedan calmar mareas. Me has visto permanecer recta, no sé si a pie llego antes a la meta, pero sé que avanzo progresivamente, cada poco más contenta. Me has contagiado las faltas y las mechas, y ahora me toca a mí defenderlas. Aquí se iergue la sonambulista de las velas, porque cuando suena el vilo en vinilo, ya sabes que es ella.

Elfo Garabatos, mucho gusto

                                                                      2-9 del Dicotomimbre de 2.000.019 A falta de duende, un elfo se las apaña para seguir adelante con su cometido. Un tardelunio como hoy me voy al monte de los desastres, rebusco entre los árboles más asequibles y tomo prestado las grandes hojas de papiro para preparar mi trabajo. No era mucho, pero me las apañaría tan bien como aquellos duendes ingenieros e inventores de ideas más mecánicas, con esas herramientas tan infinitamente prodigiosas como fantásticas que a disposición de la ciudadanía mágica estaban. Apilé un buen montón de hojas largas para poder decolorarlas...

La nona lumbre

Kislev me llamaron porque a partir de mi nacimiento comenzó todo; con todo quiero decir todo. Fechorías y bonanzas en diferentes partes del ancho Verso Unido, envidias y reconocimientos sin malicia de seres heterogéneos que se miran con desprecio o con admiración, pequeños gestos y grandes rencores que clavan puñales a las espaldas de los indefensos... No estoy orgulloso de ello. El crepitar de la hoguera que iluminó mi sino dejaba en ascuas el camino que debía recorrer a partir de ahora. Quisiera que las mismas llamas que danzaron destruyendo la vida y propiciando la creación de lo que podría ser un buen comienzo, no dejaran en manos tan neófitas, como las mías, el destino del mañana y sus consecuencias. Creo que no soy digno de ello. Nunca lo he sido, pero Janucá ya vertió luz a los pasados oscuros. Ya debería tener determinado mi andadura. Y aun así, no me siento preparado para nada: creo que me faltan años de regadío, de enraizar conocimientos y de cimentarme a mí mi...