Entiérrame mirando al mar
que ceje el viento
que se queje el tiempo
y vayamos adonde el beso del ocaso
reúne todo sentimiento
acariciando el firmamento,
haciendo del íntegro espacio, el centro
de todo lo que vive tallado en el córtex de nuestro corazón.
Recógeme si me resquiebro
esquirla a esquirla en pieles ajenas brilla
el dolor del silencio,
vayámonos deprisa, adonde firme la sombra su apaciguado incendio
refugio de todo amante, de todo sentir que vive adentro:
deja migas de pan, llegaremos lejos,
hendiendo los caminos, un corte limpio
que sane todos los encontronazos impíos.
Esbózame soñando en ámbar
que rijan los surcos mis charcos
que se rían los trucos de mis grandes miedos
y ni esperemos al verde, sino intermitentemente
crucemos sin mirar
abrazando las dificultades,
subrayando un rodeno paréntesis
que aguarda completar;
dentro un hueco en blanco
lleno de cuanto rellenar lo queramos.