MIEDO [0112]

 HDD5:MIEDO

@joce_cova

Cada uno de ellos otorgaba un poder. Un total de nueve anillos con un significado distinto, una piedra simbólica distinta. Portaba el de la corona: un anillo ornamentado con espinos y rosales a su alrededor que dejaba mostrar su brillo con la luz del atardecer. Cada día o por cada larga travesía, elegía uno que lo protegiera. Sus viajes por lo largo y ancho del mundo se debían a la búsqueda incansable del anillo faltante. La leyenda hablaba de un décimo que jamás se encontró, que se guardó como tesoro bajo el mar y su poder se ahogó bajo burbujas de un hundimiento masivo de artefactos malignos y poderosos.

Probó a crearlo a través de diferentes experimentos pero ninguna formulación daba con el artefacto, menos con su especial poder. El bote chocó con la primera piedra. Alcanzó el catalejo y divisó tierra. La tripulación bajó con cierto temor: en tierras desconocidas, el miedo florece. Pero junto con su bandolera, y su maza, se la entrecruzó para facilitar el movimiento y premiar su agilidad. En la isla ya se respiraba un aire de misterio, olíamos a miedo a lo desconocido, y aquello que estuviera entre el obscuro follaje observándonos, lo sabía. A medida que caminábamos sobre la plateada arena de la playa, más mosqueo me crecía por dentro.

Paré en seco, un ramalazo extraño me hizo mirar directamente a mis pies: la playa estaba plagada de pequeños engranajes y otros objetos de poco valor: gafas, catalejos oxidados, hebillas... Pero ni una sola prueba de vida humana. Seguí mi camino hacia el corazón de la isla, pero no había avanzado ni dos pasos cuando me quedé mirando a uno de mis camaradas. Recogía algo del suelo, un anillo. Brillaba mucho pues reflejaba la luz del pleno sol al inspeccionarlo. Sin venir a cuento, enloqueció. Me sorprendió y su grito eufórico me desconcertó. Gritaba que había encontrado el anillo del poder. Su delirio fue contagioso e hilarante pues otro de mis camaradas a unos metros de él, también gritaba lo mismo, con un mismo objeto elevado entre sus dedos. El eco de gritos se hizo una nube de ruido que acabó al unísono cuando casi sincronizados, todos decidieron colocarse el anillo para ser EL superpoderoso.

Y sus cuerpos se evaporaron; mas sólo sus bienes materiales de poco valor quedaron en la arena. Toda mi tripulación se quedó en un puñado de hebillas, catalejos y pequeños engranajes. Mi cuerpo se hubo petrificado hace tiempo ante la incertidumbre, pues el sonido de los anillos alrededor de sus cuerpos no se escuchó. Eran simples ilusiones de los avariciosos que buscan el poder. Caí de bruces en la arena y ante mí apareció una mujer voluptuosa, pura, desnuda que me sonreía. Y mientras me tomaba, cuidadosamente la mano y entrelazaba sus dedos con los míos con alevosía y cariño, musitó:

«aún transparentes, hay corazones que no consiguen el cariño que merecen».

El hombrecillo implosionó y del resultado de ello surgió el ansiado décimo anillo de poder. En su envés se podía leer en runas astrales "quien miedo al mínimo compromiso tiene, nunca sabrá serle fiel al corazón transparente".


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Los dados hablaron: la primera hilera es la intro; la segunda el nudo y la tercera el desenlace.

Palabra especial: ALEVOSÍA.

Tirada invitada: LA CHICA DE LOS ATARDECERES

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