El alivio de poder vivir sin ti [Without you I breath]

Contamos horas y minutos para que llegue el nuevo día, que si un cumpleaños, que si es un día maldito, que si el día del corazón herido o qué sé yo. Contamos mentiras y falacias, que si caldos a las espaldas del que no oye, que si presumes de lo que careces, que si eres la divina del baile de máscaras de rostros falsos. Hipócritas, Cínicos, en todos los idiomas, razas y colores, en todos los relatos y libros; que si «yo valgo más», que si «yo sé más», que si el otro no tiene razón... Nadie se salva del dedo apuntador.
Siempre hay un culpable. Y esta vez no seré yo.

A los Ambiguos se les corta la cabeza, que si algunos la pierden por mera locura, que si la compasión y la sinceridad todo lo cura, que si rimas no escatimas, que ni rascacielos ni castillos de memoria de cristal, frágiles por cada herida, que ni la hora aprieta ni el reloj tiene agujas, que vamos perdiendo el tiempo haciendo tiempo para llegar a ninguna parte. A los Pretenciosos no se los pretende ni pretendientes ni amantes ni de alterne, ni que si se pretende hacer algo con ellos, ni se los quiere, ni ven, sólo hieren y les gusta «joder a la gente», porque es lo único con lo que están bien.
Asociados con la Muerte. El beso indoloro, incoloro e inherente que mata al verte, que desgarra al comerte. Que te hace inerte.

Contamos historias sin sentido, que sientes, que es sentido común y que pone a prueba los 7 sentidos, y digo siete porque cinco son conocidos, el sexto sentido y el inaudito, el séptimo sentido "Éter", el heterogéneo, el otro, el que no percibes cuando apuntas a darme, el que se te escapa y se esconde; el que ni una más te consiente. El que asientes cuando crees saber de qué trata el asunto y mientes. Ignorante. Imbécil. Mala Pécora Indeleble. Y simplemente, son historias de fogatas emotivas, de rabia contenida; maldito delincuente. Siempre hay lágrimas que gimen sangre, y venas rasgadas que desmienten heridas derramadas.
No vengas;
las vendas me curarán antes que en mi situación verte.
                    Simplemente,
olvídame.

Déjame quererme.
Protegerme.
Amarme.
Mimarme.
Ser.

Al igual que ignoro tu íntegro ser que podría calificar de repugnante. Tóxico en todo su ente. ¡Vete! ¡Déjame! No vengas con teatro y déjame ser. Vivir. Te voy a hacer desaparecer. De mi vida. De mis pensamientos. De lo más profundo que inunda la venganza, el trueque: mis momentos vitales perdidos con la toxina venenosa de tu aura en pleno esplendor. Los retales de mi vida que malgasté, por la indiferencia que sufrirás por mi parte.


Roto por roto.

Siente lo que sentí; y se siente si no quieres sufrir.
Yo lo sufrí. Por tu culpa. Y ahora estoy aquí.
¿Pero no todos valimos lo mismo, sí?
Tú eres la dependiente, yo elijo y me grito:
             »¡Quiero vivir!«

Déjame.
Déjame.
Y vete.
Ni un adiós.
Ni un perdón.
Sólo Zen y Respiración.

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