Visita

Deslizó los dedos por la cobertura de seda que envolvía la almohada pensando que acariciaba algo la cabeza que realmente le hizo pensar. »Esas ideas tan brillantes y tan sentidas no podían caber todas juntas en una misma cabeza«. Suspiró aburrido. La pantalla del móvil se iluminó y no hizo caso, no obstante, a pesar de refunfuñar y decirse a sí mismo que no lo haría, volvió a mirar su último mensaje. » ¿Se habrá enfadado?«. Chasqueó la lengua y dejó caer el móvil sobre la colcha. »No vale la pena ponerse a pensar ahora«. Sus pensamientos se confundían con el ruido del agua de lluvia chocando contra el cristal. » ¿Podría llover más fuerte y que estallase mi ventana y rompiera el cristal? El sarcasmo es mi punto fuerte«.


Nuevamente, la entrada de un mensaje nuevo le sacó de sus pensamientos. » ¿Y ahora quién osa interrumpir mis mejores momentos de odio al mundo?«.


'No vengas'.


»No había dicho ni adiós. Ni siquiera había dado señales de vida desde ayer. ¿Y ahora envía este mensaje tan ambiguo?«.


Mosqueado lo volvió a leer.


Un mensaje breve, claro, conciso. »Muy habitual en ella«. Volvió a mirar los caracteres intentando descifrar algo que se le pasara por alto. »Sus mensajes pueden ser de dos palabras y expresarte con ellas mil cosas. Pero 'las palabras son valiosas', ¿verdad?«. La lluvia no paraba y seguía sin entender el mensaje a pesar de que el último día hablaron durante un largo rato.


Eran las...poco de la tarde, le daba pereza pensar.


En su vida, hasta entonces monótona, se había convencido a sí mismo que el tiempo no merecía ni un sólo segundo de atención. No merecía la pena ponerse a pensar si era de noche o de día, si eran las ocho a la caída del sol o las tres de la mañana. »Vivir sin hora, vivir sin preocupación«. Si se llegaba tarde y el tiempo no esperaba, que se fuera sin él. Siempre se decía lo mismo.


Le dio la sensación de que la lluvia amainaba.


»Decidido. Salgo«.


Echó un vistazo a la habitación: parca, vacía, sin sentimiento...fría. Cogió las llaves y comprobó que el único demente en esa casa de locos era él y que el viejo se había ido de nuevo al 'trabajo'. En el espejo del recibidor se dio el visto bueno y se fue.


A unos kilómetros de su casa le mandó un SMS: 'Voy para allá'. Suponía cuál iba a ser su respuesta y apagó el móvil. Por mucho que le dijera que 'no fuera', no le iba a  hacer caso.


»Tozudo. Sí, pero persistente y preocupado«.

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