Una noche paradójica

Tintineaban sincopadas las luces del pasillo. El goteo de uno de los grifos del baño revelaba que alguien se había olvidado de cerrarlo bien. No era de mi intención ir, estaba de turno de noche, debía permanecer alerta por si surgía una urgencia. Pero a su vez, sabía que nadie lo iba a cerrar, así que me apresuré a ir al baño con el portátil de rayos, mi mejor compañía en los horarios nocturnos. Dejé la mole en la salida de los baños y al abrir la puerta identifiqué rápido el grifo que goteaba. Una cadena sonó y pegué un respingo.

Bueno, yo pronto me iría pero no pude fijarme mientras me iba en los bajos de los baños esperando ver que había una trasnochadora haciendo sus aguas mayores. Se me empezó a helar la sangre cuando, para mi sorpresa, no vi en ninguno de los cubículos a nadie. «Será de los baños de los tíos», me dije para relajarme. Pero mi piel ya rezumaba miedo y las gotas de sudor enfriaron mi espalda. Tensé los músculos e intenté quitarle hierro al asunto. «Estoy majareta, estos horarios de noche...me hacen perder la noción del tiempo. Me vuelvo con el portátil».

Me di media vuelta y para cuando llegué a la puerta de los baños, oí abrirse detrás una de las puertas de los cubículos. Cerré aprisa la puerta de los baños. Sentí que se me aceleraba el corazón, pero intenté mantener la cordura. «A ver. A ver. Que no estoy en un programa de Iker Jiménez, ni soy un extra. Vamos a calmarnos». El pitido de atención de un paciente me devolvió a la realidad. Tenía que ir con la mole a hacer una radiografía a la habitación 538, y retomé el camino, no sin agudizar el oído y tensar mis músculos. «Claro, luego que si tengo más contracturass que un nudo marinero», me dije a regañadientes.

Iba tan concentrada en buscar la habitación y no perderme, «al menos no después de lo de los baños», que de la nada salió una sombra y pegué tal grito que creí haber despertado a todo el hospital. Caí al suelo y la sombra replicó mi movimiento. El tintineo de las luces reveló que era Ismael en su turno de noche y del susto pasamos a las risas. Y una vez me indicó que iba a la vending a por algo de comer y yo a la habitación del paciente, se sorprendió.

ㅡPero si la paciente de esa habitación lleva en coma mucho tiempo. ¿Seguro que es para ella y no para la 500 algo?

ㅡMiraㅡ le enseñé el aviso»Habitación 538. Prueba de rayos. Paciente DVL2310642«.

Se rascó la cabeza. No le encajaba. Yo no me quería rayar más de lo que ya venía y le dije no muy segura:

ㅡIgual quieren ver si algún hueso lo tiene mejor, Isma. La doctora me habrá llamado para aprovechar que no se va a mover, pues ya se hace la prueba rápido. Y así luego voy contigo a tomar una chocolatina. Que necesito azúcar. 

Pareció encajarle y nos despedimos. Un tiempo después llegué a la habitación. Llamé a la puerta y espere cordialmente. Entonces abrí. Pero a la hora de saludar, no había doctora. Sólo la paciente conectada a la máquina de respiración asistida. Leí su historial para saber qué parte tenía que radiografiarle. Aunque prefería esperar a que estuviera la doctora delante. Pasaba el tiempo y el sonido de la máquina me adormecía. Me pareció que alguien entraba en la habitación y me desperté sobresaltada. Me encontraba acurrucada en un baño público. No entendí qué había pasado ni cómo había llegado hasta allí. Sólo sé que se oía el goteo de un grifo que pronto se cerraría.

Hecho 05/12/22.
 
Marquina me retó con...
  1. Formato: Microrrelato.
  2. Temática: Libre.
  3. Personaje/s: "Me da igual".
  4. Escena/s explícitas dentro del relato*: Una noche en el hospital haciendo radiografías.
  5. Apodo: Marquina.
  6. Fecha límite: 3 días.

[Para más retos: ¡RÉTAME!]

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