Ir al contenido principal

Tú te me pierdes

Anotaciones a quien quiera ser leída:
 
hace tiempo que no te escribía,
no te he preguntado siquiera si querías
pero parece que necesites hablar de ello:
hay un cúmulo de temarios que parece que dejarás para septimbre,
no parecen compensar hablarlos ahora, se nota en tu indifirencia.
Es tu signo de interrogación.
 
 
«Los detalles se encuentran en las sonrisas»:
 
Te dices siempre;
por eso buscas los gestos que nadie observa,
por eso miras más allá de las pupilas, penetrando,
buscando cada brillo de cada tesoro que te vas encontrando.
Siempre me ha creado intriga:
¿Qué es lo que atisbas?


No puedo parar de preguntarme a qué estarás mirando:
 
 Pareces atravesar entrañas, miedos, engaños
pura, casi critalina, dejar estela por donde tus ojos van mirando.
Pareces analizar cada detalle y como únicos especímenes etiquetarlos.
Pronto te das cuenta de que hay muchas personas que no ven lo que ves,
no aprecian lo que dejas caer,
no aprecian el pequeño detalle.

Esas pinceladas que están pero que nadie sabe ver,
no las sabrán ver nunca, no parece que las puedan ver.
No te frustres hay cegueras en cualquier piel.
No eres rara, bebé.
Sólo tiendes a ser lo que otros no se atreven a ser.


Por eso te preguntas cada día:
 
si te merece la pena seguir confeccionando detalles. 
Quién sabe.  La retórica no se tiene por qué responder.
Eso sólo se responde cuando una quiera; es tu signo de identidad.
Pero sólo te dejo una frase para que pulule en tu cabeza:
 Si no te me saben apreciar,
ellos te me pierden.

 

L O+ L E Í D O · A Y E R

Maiduti

Se ve luz al final del túnel, se ve, Se ve a Maiduti aclamada por su envés: no la juzgan por su portada, quiere creer. Un nuevo deber en la agenda apuntada. Avanzan los pasos, los logros quedan cerca. Brindemos por los "ligeramente". No saborearemos el oro, pero en bandeja de plata yo se lo pondré. Se ve luz al final del sueño, se ve, del punto y coma duradero, a los tres. El continuará como dolor de barriga: podré decir que lo intenté.  ANTERIOR ["Inktober de Poemas: 4 de octubre: Maiduti"] SIGUIENTE

Buscando.

Me di cuenta tarde. Estaba efectivamente buscándote entre la gente. Tantos datos que me diste de ti y nadie coincide contigo en la calle. Temo siempre por distraerme y encontrarnos sin saber que lo hemos hecho, por eso miro a todos lados, antes de cruzar. Al frente si el semáforo está en rojo. A la muchedumbre si parece inmensa; busco quien destaque de entre la marea. Pero luego me doy cuenta de lo absurdo que todo parece. ¿Se estará dando cuenta alguien de este ridículo que estoy haciendo? Pero si nadie se percata, yo te seguiré buscando.

Hineni

Esa mirada que se esconde entre el cárdigan de tus palpitaciones y los soplos de a quien lanzas corazones es la que me intriga.   Andas siempre sonriente, con unos luceros como la noche observándome ¿qué es lo que pensaron entonces?, me pregunté ¿cuando aterricé sobre esos lunares buscando placer y encontré a dos estrellas fugaces esperando a otro viandante? No lo sé.   Hay satélites ambulantes que buscan dónde resguardarse de una soledad imparable, y buscan ubicarse, orbitando para fijarse en sólo una presencia inapagable como tú.   Pero dudo que estos hilos nos juntasen así que velo por tus sueños, desde tu olvido, y admiro desde otro sitio que esos ojos bonitos, amen a quien amen, encuentren un destinatario fiable. Esto es sólo un mensaje desde un dudoso remitente allá donde te encuentres, si me necesitas aquí estaré.  [ 29 de octubre con: CÁRDIGAN. Aportación de E udyptes] POEMTOBER SIGUIENTE

Nunca la misma; siempre diferente

Inmarcesible Que no puede marchitarse. Siempre el mismo discurso que no marchita, las mismas palabras cansinas, arrastradas, casi automáticas, sin ser románticas, siempre el mismo augurio, las mismas resignaciones prescritas, los mismos focos sobre la misma mirada de ojos: la nostalgia de poder haber sido otro quien se comiese el marrón. De los tiempos donde una se engañaba a sí misma y el reflejo le decía que no, que no eran buenos tiempos para sentir afecto ni pedir cariño, o la herencia, o la querencia en la que siempre se queda, esa estancia de indiferencia, no hay ventanas, sólo espejos y a caminar a tientas. Siempre es el mismo sermón inmarcesible en sus renglones, jugando en los laterales, recortando los bordes, sin ser extremistas opuestos, siempre conociendo las reglas, los juegos sucios, los trucos, temiendo los ases bajo las mangas, los puñales por la espalda. Siempre es el mismo resultado para quien juega en casa. Sin embargo nunca es la misma persona quien ...